Hoy se celebra la tradicional fiesta de Reyes Magos, convertida hoy día en una especie de imposición o convención social que consiste en hacerse regalos (normalmente perfumes y cosas innecesarias) y llenar los contenedores de basura de cajas y bolsas. En la tradición los «reyes magos» llevan al recién nacido Jesucristo tres regalos: oro, incienso y mirra. Ignoro de dónde proviene la tradición española de los tres reyes magos (Melchor, Gaspar y Baltasar) montados en camellos o dromedarios, pues en la Biblia no se especifica ni cuántos eran, ni cómo se llamaban, ni qué medio de transporte usaban; tampoco se decía que fueran reyes de ningún sitio ni de nada, aunque, desde luego si debían ser ricos:
Cuando Jesús nació en Belén de Judea en días del rey Herodes, vinieron del oriente a Jerusalén unos magos, diciendo: ¿dónde esta el rey de los judíos, que ha nacido? porque su estrella hemos visto en el oriente y venimos a adorarle. Oyendo esto, el rey Herodes se turbó, y toda Jerusalén con él. […] Entonces Herodes, llamando en secreto a los magos, indagó de ellos diligentemente el tiempo de la aparición de la estrella; y enviándolos a Belén, dijo: Id allá y averiguad acerca del niño; y cuando le halléis, hacédmelo saber, para que yo también vaya y le adore. Ellos, habiendo oído al rey, se fueron; y he aquí que la estrella que habían visto en el oriente iba delante de ellos, hasta que llegando, se detuvo sobre donde estaba el niño […] y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra.
Evangelio según San Mateo, versículo 2
Obviemos el hecho de que, viniendo de algún lugar al oriente de Oriente Medio, no parece razonable que fueran ni blancos ni negros; si nos atenemos a la versión bíblica, los «reyes» magos podrían representarse perfectamente así:
Lo que no es casualidad es el conjunto de regalos que presentaron al niño. El oro es obvio, sigue siendo un tesoro actualmente, pero nuestra imagen del incienso no es la misma que se tenía en la antigüedad. Las resinas aromáticas obtenidas de algunos árboles de la clase de las angiospermas o magnoliophyta (colectivamente incienso) eran muy valoradas en la época romana y constituían un auténtico tesoro. De todas las resinas, era especialmente valorada la mirra. Esta se obtiene de un arbusto endémico del noreste de Africa, el árbol de la mirra o Commiphora myrrha, utilizado ampliamente con fines medicinales, para la elaboración de perfumes y, en general, como una valiosa inversión.
La mirra es una planta de la familia Burseraceae. Esta familia suele producir exudados aromáticos y resinas que están compuestos por productos de naturaleza lipídica llamados terpenoides (el colesterol es un compuesto de origen generalmente animal que también pertenece a ésta misma familia química). Los terpenos o terpenoides tienen dos características que los hacen muy interesantes: son químicamente muy estables y su composición varía según el género o familia biológica que los produce, lo cual utilizamos en todo un campo de estudio llamado quimiotaxonomía: establecer las características únicas en la composición de diferentes especies, géneros o familias biológicas. La composición de los diversos terpenos de las resinas varía según los géneros y familias, de modo que podemos identificar con relativa precisión la planta de procedencia de una muestra de resina. Como las resinas son muy estables, pueden, en determinadas condiciones, preservarse durante miles o millones de años, conservando en ocasiones su composición prácticamente intacta. Durante este largo sueño geológico, las resinas sufren una serie de transformaciones químicas que convierten los terpenos biológicos originales en geoterpenos. Las resinas originales se transforman en un material que conocemos, colectivamente, como resinitas y que pueden estar fosilizadas (entonces las llamamos ámbar) o parcialmente transformadas, como copal y pre-ambar.
Hay científicos (entre los que me encuentro) que han trabajado investigando las composiciones de las resinitas y desvelando las transformaciones químicas que sufren las resinas de plantas durante su largo tiempo formando parte de diversos estratos sedimentarios. Esto nos puede ayudar conocer la evolución de los ecosistemas, sabiendo qué tipos de árboles existían hace millones de años, cuando aparecen determinadas familias o, desde el punto de vista bioquímico, como han ido evolucionando las rutas metabólicas.
Hace algo mas de 40 millones de años, Europa era muy distinta a como es actualmente. Hay un lugar privilegiado que ha ofrecido una imagen única de la ecología de aquella época: el valle de Geisel, en Alemania. Allí se preservó una ingente cantidad de fósiles de animales y plantas del Eoceno, extraordinariamente bien preservados gracias a las condiciones en las que quedaron depositados, formando yacimientos de lignito. Nosotros allí encontramos y estudiamos las resinas preservadas, que ofrecían un grado de preservación inesperado, no habiendo llegado a convertirse en ámbar y manteniendo una composición similar a las resinas biológicas originales. Esto nos ha permitido determinar que aquellos antiguos bosques estaban formados por coníferas de la familia Taxodium típicas de zonas pantanosas, árboles tropicales propios de zonas muy húmedas y antecesores del árbol de la mirra, que nos han dejado abundantes muestras muy olorosas de cómo era la mirra hace mas de 40 millones de años:
Las resinas de los árboles indican que Europa en aquella época estaba cubierta por grandes bosques tropicales húmedos y zonas pantanosas, algo consistente por el resto de fósiles y todos los estudios que se han hecho. Posiblemente, el valle de Geisel hace 44 millones de años fuera similar a ésto:
Si te gusta la Química y quieres consultar nuestro trabajo original, aquí lo tienes: